Este fin de semana estuve en Montañita, una de las maravillosas playas de mi precioso Ecuador. Sentada en la arena disfrutando del inmenso mar, miraba a un surfista a punto de entrar al agua.
Estaba esperando el momento preciso, parecía como si calculaba el alto de las olas, la marea, lo profundo no sé, pero el niño estaba calculando.
Y pensaba que en la vida también surfeamos a veces con esas pequeñas o grandes circunstancias que nos rodean y nos tocan vivir.
Así calculamos la forma en que nos "metemos" en un proyecto, como la renovación de una cocina, hornear cupcakes, definir nuevos puestos de trabajo en la empresa y como no, viajar y hacer invitaciones en la casa para recibir amigos.
Y qué pasa cuando a pesar de haber calculado la "altura de las olas" resulta que nos tumba y caemos de plano en el océano de la vida? Con intentos desesperados de volver a la sueprficie y que la tabla de surf no me parta la cabeza en dos, lo que pretendo es agarrarme de ella con fuerza, subir a la tabla y pacientemente... esperar por la próxima ola, para tomarla con la misma fuerza o ilusión.
Me llevo varias decepciones a veces y otras veces seguro soy yo la que decepciona a alguien, pero el surf es así, y lo importante siempre debe ser la rectitud de intención con que tome la ola, la tabla, la marea y todo lo que rodea a las decisiones... es una metáfora pero me viene bien ahora mismo...
A ver si un día aprendo a no meterme a olas muy altas o, si me meto, poderlas manejar mejor.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
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