Voy a sostener toda la vida que la amistad es un regalo del corazón. He sido bendecida con amigos espectaculares de los que me siento muy agradecida. Hombres nobles y mujeres extraordinarias que ocupan parte importante de mi vida.
Entre ellos, siempre hay los que por muchas razones escalan posiciones y se hacen parte indispensable de mis días.
Es casi un arte poder hacer amigos y tener la capacidad de mantenerlos. Sin embargo, por mucho que me esfuerce en demostrarles lo importantes que son para mi, hay algunos que por diferentes razones se marchan, dejándome a veces profundamente herida.
No les dejo de querer, ni dejo de pedir por ellos, pero qué falta me hacen... Y años después, sin previo aviso, suelen reaparecer de la nada, con algún mail cortito, con alguna llamada rapidita y se remueven tantos recuerdos vividos rescatando lo que alguna vez nos unió.
Los años nos cambian, nos perdemos de compartir muchas cosas, pero siempre, siempre, siempre nos contamos lo más trascendental en la vida de cada uno: la primera comunión de una hija, la muerte de una abuelita, el casamiento de una hermana, la mudanza etc.
Es como reconocer que, si bien el día a día se ha perdido, para las cosas importantes aún estamos ahí.
Si me preguntan qué prefiero? los prefiero cerca, muy cerca, diario, contínuo (como el latir del corazón) como a los que tengo siempre y que jamás podría dejar. Pero sí se han ido y quieren regresar, las puertas de mi corazón y de mi casa estarán abiertas por siempre.
martes, 8 de febrero de 2011
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